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MISIÓN POSIBLE

“¿A quién enviaré?”

Isaías 6,8



Hablar de misioneros es hablar de aventura. Los que hemos podido ayudar en algunos países en la misión, hemos vivido experiencias realmente impresionantes. La misión siempre deja huella en el alma, y es responsabilidad de cada uno integrarlo en su propia vida y compartirlo con los demás.


Tú seguro que transmites lo que te parece importante a aquellos con los que compartes la vida. Pues hoy aprovecharé para compartir lo vivido en tierras lejanas con “los de al lado”, tres ideales de una misión posible, aquí, entre los nuestros. Porque todo el mundo puede ser misionero.


Primero, un misionero cuida de los otros. Vivimos en un mundo en el que las películas, las canciones, los shows de TV, los anuncios, los videojuegos, nos dicen que mires por ti. Que te preocupes de ti, que tú el primero y los otros que “se busquen la vida”, que se espabilen… Sin embargo, un misionero cuida de los otros. Porque un día aprendió a estar realmente atento a las necesidades de los otros. Porque un auténtico cristiano, mira por los demás.


Segundo, un misionero es consistente. El buen misionero no es que sea “de otra pasta”. Uno es lo que es por los dones recibidos (la propia naturaleza), la gracia de Dios y las propias elecciones. Uno no nace misionero, se “hace” misionero. Así que todos, en todos lados podemos ser misioneros. En la Biblia leemos que es raro encontrar hombres fieles (Proverbios 20,6). La Iglesia (¡y el mundo!) necesita de personas fieles a la esencia de nuestra fe, que es amor.

Los auténticos cristianos misioneros mantienen su palabra y tienen convicciones profundas. Tenemos mucha gente que tiene opiniones. Solo hace falta encender la radio y encontrarás a montones. Pero una opinión es algo sobre lo que discutirás. Una convicción es algo por lo que morirás. Los auténticos cristianos, los auténticos misioneros, son consistentes y serios, y tienen convicciones por las que morirán.


Tercero, un misionero se gasta y se desgasta. Admiro esos padres que por sus hijos tienen ojeras, muchas arrugas, pierden o ganan peso (y también el sueño), tienen agendas de ministro… Por sus hijos se gastan y se desgastan lo que haga falta. Así un buen misionero vive su vocación. Así estamos llamados a vivir todos los cristianos nuestra misión en nuestro paso por este mundo. Merece la pena gastarse y desgastarse por amor a Dios y a los demás. ¿No crees?


Para acabar, esta semana te propongo rezar con el lema del Domund de este año, tomado de Isaías: “Aquí estoy, mándame” (Isaías 6,8). Que este mensaje inspire nuestra forma de estar en el mundo y con todo el mundo.


Y si quieres, entra en la página del Domund para descubrir historias inspiradoras de misioneros sacerdotes, religiosas o matrimonios: www.domund.es.


Feliz semana y que Dios te siga bendiciendo. :)


P. D.: Si te ha gustado el texto, dale al corazón que hay abajo a la derecha.

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